miércoles, 27 de mayo de 2015

Tomb Raider II - Prada Connection


Después de mi primer encuentro con Lara Croft en el Black Jack, quedamos en vernos de nuevo, una nueva aventura. Fue en la Plaza de Santa Ana. Seguía siendo invierno.
Me podían los nervios. Llegué tarde y allí estaba esperando.
Con su melena negra y su abrigo negro que la envolvía entera.
Nos salió la sonrisa. Nos miramos. Nos reímos.
Vamos a tomar algo. Vamos por la Calle Huertas.

Entramos al Rainbow. Una cervecería con música en directo algunas noches.
Me fije en cómo se quitaba su abrigo. Y de nuevo, como la primera noche que la vi, me quedé embobado. Botas altas, vaqueros negros ajustados y camiseta ceñida.
Pero… sobre todo, por encima de todo, esos ojazos negros en esa carita de niña buena mala.
Un espectáculo. Me sentía pequeño, con lo alto que soy.
En unos taburetes en la barra. Cerca. Acercándonos.

Su voz. Era imposible no dirigir la mirada a su boca.
Pero estaba concentrado en sus ojos.
Pasaban y se la quedaban mirando sin ningún reparo.
Y a mí me miraban con un poquito de asco y de odio.
Se levantó para ir al baño.
¿Por qué lo haces? ¿Cómo lo haces? ¿Por qué te mueves así?
Una cervecería entera girando la cabeza. Y yo sin saber qué hacer.
Bajar la cabeza, aunque me moría por hacer lo mismo que ellos.

Cogía la cerveza con dulzura, cogía los kikos de uno en uno.
Bebía mirándome a los ojos. Y volvía a dejar la cerveza muy despacio.
¿Por qué tienes esa voz? ¿Por qué desprendes ese erotismo?
Basta de gilipolleces, ¿Por qué cojones estás tan buena?

Copas. Música. La apetecía bailar.
Nos fuimos a la Lupe, otro local de la zona, con música española.
Esto era demasiado para mí. ¿Y si me acerco?
Me mira. Me está recorriendo con la mirada. Se da la vuelta. Se mueve…
Sonríe. Mueve su melena. Sigue bailando.
Cálmate. Tranquilo Kike. La miro sonriendo.

¿Vas a estar toda la noche sin besarme?
¿Qué? ¿Cómo?
Se acerca y su voz me susurra al oído: Que me beses…
Me dio por reír. Sus ojos me miraban sin pestañear.
Paré su baile. Paré la música. Paré la noche.
Pasé mi brazo por su cintura, por su espalda, hacía mí.
Aparté su melena. Nos besamos. La atraje más.
Sentí sus pechos contra mí. Fue ella quien se deslizo por mi cuello.

Pasando la noche, por las calles de Madrid. Por el centro de Madrid.
Buscando, llamando, todo cerrado, todo ocupado.
Ahí no, que mala pinta, espera, para, Prada, llama, abren, subimos, comiéndonos.
Que guapos sois…, hacéis una pareja ideal…
Gracias, pero cállate y danos la llave de una puta vez.
Solos. Por fin solos.

Me tiembla el cuerpo entero.
Era ternura, era erotismo dejando caer la ropa.
Tengo frío… Y yo estoy tiritando. Pues júntate a mí…
Su piel. Su cuerpo. ¿Para mí? Si, imbécil, para ti.

Amanecimos en la cama. Aun tapándose lo hacía con morbo.
Me levante a mirar por la ventana.
Volví y la bese, la acaricie entera.
No pude dejar de recorrer su cuerpo en toda la noche, en toda la mañana.
En todas las noches y mañanas que vinieron después.

Fue tu timidez, como me trataste antes, como me trataste después, esa imagen tuya de pie, mirando por la ventana, desnudo.
Fueron tus ojos. Darme cuenta de cómo te dejabas abrazar entre las sabanas.

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

El silbido del energúmeno - Capitulo 9

     Me es imposible abrir la compuerta del suelo. No sé si es debido a que me falta fuerza o a que el paso de los años la ha dejado atascad...