lunes, 26 de febrero de 2018

Me llamaban Quique (o Kike)


Ayer vi una película que, dentro de su simpleza y bobería, me encantó: “El secreto de Adaline”. La historia de alguien sin futuro, con mucho pasado y con miedo al presente.

Alguien que no se atrevía a vivir. Nadie debería ser inmortal.

La historia de alguien que iba dejando huella por donde pisaba, destrozando quizás sin querer aquello que deseaba. La historia de alguien que se iba sin dejar rastro.

Los Elfos, sabios y bellos, pero también inmortales, tenían envidia de los hombres. Envidia de lo que para ellos era el mayor don que los Dioses habían jamás ofrecido: la muerte. Y los hombres, obtusos, se dedicaban a buscar la inmortalidad, haciendo más honores a sus antepasados que a sus propios hijos. Muy pocos tuvieron la sabiduría suficiente para entender.

Me he hecho a la idea. La estrambótica idea de saber que viven, pero como si hubiesen muerto. Al menos me quedan mis sentimientos. Y esos son míos y nadie podrá tocarlos. Y tengo estas letras, para expresar lo que me venga en gana.
Aunque aún me resuena la voz, ya no distingo ni reconozco nada.
Sé que nadie me lee y me relaja saber que es así.

Cierro los ojos y veo sonrisas. Veo sonrisas y entre ellas empiezo a distinguir la mía.

He encontrado la tranquilidad. Ahora solo me queda acogerla y dejarla sitio en mi vida.
Por ahora la he hecho sitio en mi cama, la abrazo por la espalda y dormimos juntos plácidamente.

He borrado historias pasadas. ¿Si los demás lo hacen porque yo no era capaz? He sido capaz. Lo he hecho después de todos estos años. Me relaja limpiar con el cepillo eléctrico.

Me gusta ser sociable. Sonreír a los demás. Me estoy volviendo a reencontrar. Me llamaban Quique o Kike, qué más da. Aunque digan que nada es lo mismo, te mienten, les da igual.

Noto que he cambiado porque me he atrevido a empezar a ver “Juego de Tronos”. Toda la gente que me rodea, sabedora de mis gustos, me lo recomendaba, pero no sé porque, algo me frenaba y me resistía a hacerlo. Como si fuera incapaz de volver a distinguir lo mío.
Ya llevo 2 temporadas en una semana. Parezco un niño glotón.
Me gusta, aunque el relato, psss, ya lo diseñé yo hace más de 20 años. Reinos de hombres crecidos en su orgullo e imbecilidad, luchando al final entre ellos, olvidando de donde vienen y a quién deben la vida. “La dominación de los Hombres”, así le llame yo a la historia. ¡Copiotas!.

La tranquilidad de saber que nada ni nadie me perturba. Que un nuevo episodio de la saga de la muñequita es posible. He sido injusto, perdóname. He sido in imbécil, compréndeme.

Me gusta verle reír. Me gustan sus gestos. Me gusta como juega. Me gustan sus travesuras. Me gusta leer a su lado. Me gusta verle como era yo.

Aunque me sigue encantando dormir y odio el despertador, me levanto con ganas, es flipante pero es así.

Me gusta darle al padel (gracias por apuntarme). Me relaja tanto ir a mi pueblo, quiero limpiar y reírme allí, más aún, con mi familia y mi gente. Me gusta conocer mi país. Hasta el frio Norte. Aunque me quedo con el Sur. Me gusta que mi Atleti siga ganando. Aunque pierda al final.

Nuestra vida es fácil. Aunque la hemos hecho difícil.
Tomando una simple cerveza y viendo una ridícula película.

Soy Kike, si aún lo deseas puedes venir.

El silbido del energúmeno - Capitulo 9

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