Era
bonito perseguir mariposas. Recuerdo el encuentro. Recuerdo el olvido. Una voz susurrante
en la noche, en pubs y locales nocturnos del centro. Las almas se pierden y se encuentran. Las canciones jamás llegan a cumplirse, pero era emocionante escucharlas.
Antes
de conocer tu existencia. Durante el vuelo de las mariposas. Y hasta el día de
mi muerte. Así lo escribí. Quizás nunca lo he dicho. O si lo he dicho no me hayas
creído nunca. Aunque sí lo parezca, ¡Soy muy vergonzoso!
Lo
que más me alucina de mí mismo es que no guardo rencor por nada. Como la canción
de U2, en el nombre del amor, eso será. Si por algo me alaban es por mi
lealtad. En Juego de Tronos hubiera durado un mísero capitulo, a no ser que fuera el
mismísimo Jon Nieve y me hubieran resucitado.
En
lo alto del abismo contemplo mi existencia. Miro a la noche y sigo teniendo
miedo del invierno. Tu espalda me calma. Que me des la espalda es lo que pido,
para poder recorrerla y abrazarte.
Cada
día puede ser una maravillosa vida, bailando lo recordarás. Fuimos destino, por alguna razón
inalcanzable. No sé lo que seré, así lo deseo. Tu sonrisa es la verdad.
Los
finales ya escritos son odiosos. La historia se puede reescribir, a tu gusto. Coger
una mariposa al vuelo entre tus dedos es casi imposible, sin miedo a dañarla. Si
algo me infunde temor, pánico, terror, es poder dañar. Sonríeme, siempre.
Aún
pienso en el campo de mariposas, las flores y las estrellas. Me voy haciendo
mayor. El tiempo pasa. Me he dado cuenta que lo único que necesito realmente es nuestra complicidad, tu voz, tu amor.
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