martes, 16 de enero de 2024

El silbido del energúmeno - Capitulo 9

    Me es imposible abrir la compuerta del suelo. No sé si es debido a que me falta fuerza o a que el paso de los años la ha dejado atascada e inservible. Con todo mi esfuerzo, consigo que se mueva un poco elevándose, pero no logro más.  

    Rebusco algo que me pueda ayudar, que pueda usar de palanca, o una cuerda o cadena que pueda pasar por la argolla y me sirva para tirar de ella más fuerte. Incluso pienso en pedir ayuda a alguien, alguno de mis primos, aunque esa idea pronto la desecho.

    Nada, no encuentro nada que pueda servir. Tiro desesperadamente, pero no hay manera. ¡Joder!

    Vale, vale, ok, pensemos. Enciendo un cigarro y me siento en una caja observando la trampilla. Quizás no debería abrirla. Suelo pensar que, si algo no va bien desde un principio, no se debe insistir. Pero, claro, me puede la curiosidad.

    Busco algo que me pueda servir para quitar todos los restos y suciedad de los bordes de la trampilla, quizás así pueda llegar a ir levantándola. Encuentro un cuchillo antiguo y un destornillador en la caja de herramientas del garaje. Suspiro y cojo ánimos.

    De rodillas. Limpiando cuidadosamente, como si fuera un arqueólogo, apartando cualquier resto de los bordes. Voy apartando la suciedad y restos, incrustados allí durante años. Según lo voy haciendo, noto que la trampilla se va aligerando y moviéndose. Me da ánimos para continuar.

    Tras un buen rato limpiando los resquicios concienzudamente, para mi sorpresa, al volver a tirar de la argolla, la trampilla sube. Me doy cuenta de que realmente no pesa tanto. El nerviosismo y la excitación me invaden.

    Busco unos guantes en el garaje y me decido a abrir del todo la trampilla. Uf, respiro hondo, me doy ánimos y tiro con fuerza de la argolla. La trampilla va subiendo, la agarro con mis dos manos y la termino de levantar. La voy dejando caer del otro lado despacio.


    Trago saliva. Ante mí aparecen unos escalones y la oscuridad profunda de la cueva.

    Para mi tranquilidad no salen murciélagos volando ni nada parecido, como en las películas. Tampoco huele mal. Simplemente oscuridad.

    Miro. Un escalofrío recorre todo mi cuerpo.

    Quiero bajar, pero no. No debería bajar o sí. Tendría que volver a dejar todo como estaba. No merece la pena. Siento como un mareo.

    Oigo un ruido tras de mí, en el despacho. Me doy la vuelta. Estoy temblando. Tranquilo, tranquilo. Es tu casa, tu familia, tranquilo.


    Entro al despacho de la trastienda. Habrá sido un pájaro, la madera podrida, cualquier golpe. El frio me invade. Hace unos años habría salido pitando despavorido.

    Me siento, me enciendo otro cigarro. Cierro los ojos.

    Noto que se me caen las lágrimas. El silencio es absoluto, hasta el punto de casi tocarlo. Tengo la absoluta certeza de estar acompañado, pero no me importa, casi hasta lo degusto en ese momento.

    El silencio resuena en mis tímpanos. Me hace daño.

    Cojo aire con fuerza y me vuelvo a levantar.

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

El silbido del energúmeno - Capitulo 9

     Me es imposible abrir la compuerta del suelo. No sé si es debido a que me falta fuerza o a que el paso de los años la ha dejado atascad...