Hasta llamando a la puerta parecen educados. Abres y están
haciendo un circulo, todos tan bien disfrazados, todos tan bien maquillados. Y
las calabazas..., oye, si son perfectas, ¡que bonitas!, seguro que son compradas
en el Centro Comercial, tan redonditas, con su velita colocada
debajo...ohhhh....
Y los padres detrás, mirando sonrientes.
¡Truco
¡Trato! ¡Truco ¡Trato! ¡Truco ¡Trato!
No te queda otra que sonreír. Llevan sus bolsas llenas de
caramelos y golosinas.
Y recuerdo..., hace 30 años, recuerdo que antes no era
así.
Bajábamos al valle, a los huertos, con nuestras navajas.
Llovía, hacía frío. Cogíamos las calabazas, cuanto más feas y más deformadas
mejor. A escondidas. Nos íbamos a algún sitio secreto, y allí las preparábamos.
Las abríamos, sacábamos las pipas con las manos, manchándonos todo. Apestábamos
a calabaza durante todo el fin de semana.
A ver, la boca.. los ojos... jajá jajá, pero tío, ¿eso qué
es?
¡Prohibido llevarlas a casa!! Yuyu. Las escondíamos. Sino
podían llegar los mayores y nos las quitaban. Los odiábamos cuando lo hacían.
¿A que hora quedamos? Justo cuando anochezca. A
oscuras, de noche y si había Luna... uff...¡espectacular!
¿Quién llevará las velas? ¿Y las cerillas? Yo cojo de mi
casa. Yo me paso ahora por la Iglesia y agarró unas cuantas.
¿Disfrazados? No. Con nuestras chaquetas. Nuestros gorros
tapándonos la cabeza. Guantes. Había que pasar desapercibidos. ¡Que no te
conozcan!
Asomándonos por la esquina, ¿hay alguien? No, ¡vamos! Tú
vigila, tú pon la vela y enciende, tú preparado con la calavera. ¡¡Callaos joer!!
Ya está. ¡Bum! ¡Bum! ¡Bum! Puñetazo
o patadón a la puerta. ¡¡¡¡A correrrrrr!!!!
A esconderse. Déjame, jo, ¡que yo también quiero ver!
Chssss ¡calla!
Algunos salían, miraban, cogían la vela, daban una patada
a la calavera y cerraban.
Otro maldecían, insultaban, y nosotros reíamos y haciamos
burla.
Y otros..., cogían esas varas que medían más que ellos... ¡¡¡y
a por nosotros!!! ¡A correr! ¡Corre! ¡¡¡¡¡Corre!!!!! ¡¡¡¡¡Correeeeeee!!!!! ¡Y nos partíamos
de la risa!
jajajaj...vivir era una aventura, inmenso universo por explorar..no lo sabiamos pero a medida que creciamos el mundo se hacia mas pequeño.
ResponderEliminarLo que se hacía pequeño era la distancia, cuando te perseguian tanto que tus pequeñas piernas no avanzaban tanto como las suyas, incluso a veces te gustaba que fuera así...era más emocionante.
ResponderEliminarKike, contigo sonrío!! Tienes que escribir más, cuando puedas y quieras claro ;) Me ha gustado mucho, eso si que era una buena noche de halloween.
ResponderEliminar:) Noche de poner calaveras, que eran...uf!!
EliminarMe encanta que sonrías.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarLas cosas que se hacían "a escondidas" de crío siempre sabían mejor... y cuando desafiabas a los adultos, ya ni te cuento. Un beso, Kike, lo he vuelto a leer y me ha vuelto a encantar.
ResponderEliminarGracias Chari, aunque era una costumbre, había algunos vecinos que les sentaba fatal, había mucho "yuyu". Espero no haberles molestado mucho...ejem...
EliminarNunca he hecho eso de peque, pero me hubiese encantado. ¡Qué divertido! Me ha gustado a partes iguales lo que cuentas y cómo lo cuentas. ;) Un abrazo. :)
ResponderEliminar¿No lo has hecho nunca? Pues el gorro que llevábamos era parecido al tuyo. ;) Otro abrazo para ti.
EliminarLos ojos de los niños siempre ven de esa manera diferente a la adulta, transforman lo habitual en una aventura y la aventura es llevada de la mano de la magia que entre risas dice... !Corre,corre!!!...
ResponderEliminarCorrer y partirte de risa al mismo tiempo era alucinante. Hazlo.
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