El camino era estrecho. Debió ser a traición y rápido.
Quedaron las marcas en la pared al caer fulminado. El puñal le atravesó el
corazón.
Yo aún tenía miedo a la noche, a la oscuridad, a la soledad, a los fantasmas, a la muerte.
Pero aquella noche desaparecieron todos esos miedos.
No entendía nada. Bah...déjalo, será una pesadilla. Sólo debe pasar esta noche y todo habrá pasado. Duerme un poco.
Volvió la mañana. Lo había tenido delante toda la noche. Y me acerqué. Frío como el hielo. Aparté mi mano como si me hubiera quemado. Y me dí cuenta. De todo. Y para siempre.
Aún era un niño. Pero me coloqué un casco, una armadura y
cogí una espada. Guardián.
De la noche y sus Lunas. Dejé de tener miedo a la
oscuridad y a la muerte.
Rogaba que existiesen los fantasmas. Pero no. No existen.
Cómo se encaja un suceso, fuera de tiempo, casi una burla del destino, cómo se crece con esa sensación de impotente injusticia..sólo un Guardián lo sabe.
ResponderEliminarSe encaja...y se crece, y te hace despreciar muchas cosas, y valorar pocas. En definitiva, te hace reirte de todo.
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