Buscando entre mis papeles
viejos, me he quedado con la carta entre mis manos.
Esas líneas escritas a
máquina en un trozo de hoja.
¿Cuánto tiempo llevaba ahí
en el cajón? ¿20 años casi? Ni me acuerdo.
Ya en su momento me dejó
turbado, pero ahora, al mirar de nuevo aquellas letras, un escalofrío recorre
mi cuerpo entero.
Si pudiera saber que me quieres como me abrazas
Si pudiera hacer morir esta pasión que siento en
tus labios.
Jamás sabrás quien soy, quien escribe estas líneas,
pues el miedo a tu rechazo es algo que me atormenta
continuamente.
Me dejó turbado porque no
sabía de quién podía ser. Incertidumbre. Casi hasta me parecía un juego. Era un
niñato. Jamás pregunté, ni quise saber. Y la persona que me escribió así, se
quedaría con ese sentimiento, con esa sensación. Una sensación cruel.
Y, ahora, un escalofrío
recorre mi cuerpo. Quizás me lo merezca.
Por aquella época....
pensando ahora...
Ra no pudo ser. No lo
creo. Era mayor que yo, me sacaba unos años y aunque había cariño y
complicidad, sólo había morbo, sólo había sexo, sólo buscaba eso en mí.
Re menos aún, era rara
como ella sola, pero besaba tan bien... Aunque, sinceramente, no la veía, ni la
veo, poniéndose delante de una máquina de escribir.
Ro... ¿sería Ro? Ro era
muy guapa. Guapísima. Con aquellos ojazos y esos labios en esa carita. Naricita
alargada, en punta. Yo la llamaba Cleo (Cleopatra), de forma cariñosa.
Morena, con melena larga,
bajita y muy delgada. Poquita cosa, pero a mi me encantaba. Sólo iba al pueblo
algunos fines de semana del verano.
Al principio me veía y
venía corriendo a saludarme, con esa sonrisa que ocupaba toda su cara, me daba
dos besos, los ojos la chispeaban y se iba otra vez corriendo con sus amigas.
¿Cuántas veces se acercaba y se iba en toda la noche? ¿en todas las noches? Me
tenía aturdido. Me hacía reír, una chica que necesitaba consuelo.
Abrázame...
Si yo te abrazo... pero me
apetece besarte esa boca.
Ay no... no... por favor
Quique...
¿Pero que es lo quieres de
mi?
Que sólo quiero que me
abraces.
¿Qué te pasa pequeña?
Déjame sentir tu pecho...
sólo eso...
Mis amigos me decían que
estaba loca, perturbada, chiflada. Y encima no entendían porque yo la hacía
caso. Porque seguía con aquello. Perdiendo el tiempo decían. En cierto modo
quizás llevaban razón.
Pero era llegar el sábado
por la noche y sólo verla me hacía sonreír, aunque supiera que iba a intentar
arrastrarme, cogerme de la mano y alejarme de mis amigos, sólo para que la
abrazara.
A ver como besas...
Me desconciertas... ¿lo
sabes no?
Rózame...mm...me
gusta...levántate la camiseta...
Jajaja, ¿Qué me levante la
camiseta?
Si, para verte... uf...
¡¡¡adiós!!!
Me dejaba así muchas
noches. Desaparecía como una cenicienta.
La miraba marcharse
correteando. Hasta nuestro próximo encuentro...
Y los encuentros se
sucedieron, muchas noches más. Aunque estuviera loca.
Paso el tiempo. No llegaba
a entender del todo su actitud. Y yo con tanto por entender aún. Casi muchas
veces hasta la esquivaba y eso ella lo noto.
Fiesta, risas, música,
tías, cubatas, de un sitio a otro, de aquí para allá.
Y de repente me paré.
Estaba allí, en un rincón, encogida, solita.
Pero... ¿pero que haces
aquí Cleo?
Nada...
¡Vamos Quique! ¡Joder tío!
¡Pasa de ella de una puta vez! Mis amigos me llamaban.
No... No. Me quedo aquí.
Después nos vemos.
¡Que te den! ¡Nos vamos!!
No tienes porque quedarte,
vete si quieres.
Quiero quedarme. Hazme
sitio.
No quería hablar. No
hablaba. Yo tampoco. La abrace fuerte. La acurruque en aquel rincón de aquella
peña. Con las risas y gritos fuera. Me di cuenta... de lo pequeña que era... la
envolví con mi cuerpo. Poso su cabeza en mi pecho y cerro los ojos.
Fue pasando la noche y las
voces y risas se fueron acallando. Ya no había nadie, pero seguíamos
acurrucados. No había intentando tocarla... ni besarla... ni ella a mí, porque,
en el fondo, por fin, me di cuenta que, como ella, sólo quería que me abrazase.
Maravilloso, como todo tú...
ResponderEliminarCuando leo cosas así, me quedo sin saber qué decir... de verdad. Me ha encantado, escribes muy bien Kike Potter
ResponderEliminarGracias Chari... yo también me quedaba muchas veces sin saber que decir con Cleo.
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