viernes, 31 de mayo de 2024

Voy a ser L, de Leyenda por ejemplo

En cierto modo saber que ya he vivido más tiempo que mi Padre me produce un poco de zozobra.

Parece increíble pero ya me estoy acercando. En unas semanas cumpliré 50 años y me invaden sensaciones encontradas.

El recuerdo de todos estos años. El anhelo de querer seguir disfrutando momentos. La incertidumbre de hacerse viejo. La certeza de la muerte.

Saber que tu vida, lo único que realmente te va a pertenecer en la inmensidad del universo, ya ha entrado en la segunda parte, es, por decirlo de alguna manera, sobrecogedor.

Te vas dando cuenta del paso de los años. En tu forma de ser y en tu forma física. El cansancio muchas veces te inunda.

 

No puedo quejarme en exceso de mi vida. Lo que soy y lo que tengo se deriva de una concatenación de momentos y decisiones. Si cambiase algo de todo ello no sería yo, ni lo que he creado.

¿Quién alguna vez no se ha arrepentido de las decisiones que ha tomado en su vida? ¿O quien no se arrepiente de no haber hecho algo? ¿O de haberlo hecho? Sin embargo, jamás sabrás las consecuencias de haber obrado diferente.

 

Asumir tu existencia, tal cual, es una tarea complicada, sobre todo cuando eres plenamente consciente de que la misma tiene fin y que no hay marcha atrás.

Quieres hacer todo y de todo. Quieres rememorar épocas pasadas. Quieres cumplir sueños y deseos. Pero, al mismo tiempo, quieres vivir tranquilamente, aceptando tu existencia, compartiendo y sonriendo.

 

Fui inocente. Tímido. Temeroso. Feliz. Observador. Fantasioso. 
Pase a ser temerario. Reflexivo. Indeciso. Algunas veces hasta imbécil.
Seguí siendo deseoso. Escritor. Honrado. Fíjate que hasta cabreado.

 

La timidez no me permitió descubrir muchas cosas.
La inocencia me ha jugado malas pasadas, aunque es triste perderla.
Mi fantasía me ayudó a pensar y a escribir lo que pensaba.
Mi temeridad era solo amor o compromiso.
Cuando reflexionas estás ofreciendo tu yo hacía los demás.
Cuando me cabreaba era por no entender aún.

 

No creo haber hecho daño a nadie jamás. Malentendidos, feas contestaciones, historias mal acabadas. Eso sí. No es que me sienta más o menos orgulloso de ello, simplemente es así.

Muchas veces una buena defensa es el comienzo del ataque. Así he conocido a los energúmenos en la Tierra.

  

He pensado mucho. También soñar es una forma de pensamiento.
He reflexionado, muchas veces sin saber discernir lo correcto o adecuado.
 
Aunque mi vida es mía, la he compartido sin más por amor.
He compartido mi sonrisa y mi vida con quien me ha dado la gana.
 
He sabido comprender, en ocasiones tarde.
He tenido empatía hacía los demás, aunque muchos no lo merecieran.
He sido leal, a veces por causas perdidas.

 

He creado. He creado vida. He creado ilusión.
También alguna venganza y desamor.
Todos hemos llorado sin saber exactamente por qué.
 
Luz en la oscuridad. Creador de sonrisas.
Siempre pensando en los demás, muchas veces llevándolo a cabo.
Si no, no sería yo. Es mi sino.
 
Cuando corre la banda o hace un centro largo se me eriza el pelo.
Cuando le observo se que todo ha tenido sentido.
Cuando nos abrazamos me doy cuenta de lo pequeña que siempre ha sido.
Cuando desayuno mirando el mar, doy por bueno lo pasado.
Cuando estrecho la mano, el trabajo está hecho.
Cuando juego al pádel o tomo café con mis amistades, es suficiente.

 

Espero poder celebrar los 50 en el pueblo. Con amigos y primos. Reírnos hasta que gritemos de dolor. Emborracharnos hasta decir basta. No sé si poner el cartel de entrada libre o de reservado el derecho de admisión. Quien después de 50 años me conozca, puede intuir lo que vaya a pasar. 

    

 

martes, 16 de enero de 2024

El silbido del energúmeno - Capitulo 9

    Me es imposible abrir la compuerta del suelo. No sé si es debido a que me falta fuerza o a que el paso de los años la ha dejado atascada e inservible. Con todo mi esfuerzo, consigo que se mueva un poco elevándose, pero no logro más.  

    Rebusco algo que me pueda ayudar, que pueda usar de palanca, o una cuerda o cadena que pueda pasar por la argolla y me sirva para tirar de ella más fuerte. Incluso pienso en pedir ayuda a alguien, alguno de mis primos, aunque esa idea pronto la desecho.

    Nada, no encuentro nada que pueda servir. Tiro desesperadamente, pero no hay manera. ¡Joder!

    Vale, vale, ok, pensemos. Enciendo un cigarro y me siento en una caja observando la trampilla. Quizás no debería abrirla. Suelo pensar que, si algo no va bien desde un principio, no se debe insistir. Pero, claro, me puede la curiosidad.

    Busco algo que me pueda servir para quitar todos los restos y suciedad de los bordes de la trampilla, quizás así pueda llegar a ir levantándola. Encuentro un cuchillo antiguo y un destornillador en la caja de herramientas del garaje. Suspiro y cojo ánimos.

    De rodillas. Limpiando cuidadosamente, como si fuera un arqueólogo, apartando cualquier resto de los bordes. Voy apartando la suciedad y restos, incrustados allí durante años. Según lo voy haciendo, noto que la trampilla se va aligerando y moviéndose. Me da ánimos para continuar.

    Tras un buen rato limpiando los resquicios concienzudamente, para mi sorpresa, al volver a tirar de la argolla, la trampilla sube. Me doy cuenta de que realmente no pesa tanto. El nerviosismo y la excitación me invaden.

    Busco unos guantes en el garaje y me decido a abrir del todo la trampilla. Uf, respiro hondo, me doy ánimos y tiro con fuerza de la argolla. La trampilla va subiendo, la agarro con mis dos manos y la termino de levantar. La voy dejando caer del otro lado despacio.


    Trago saliva. Ante mí aparecen unos escalones y la oscuridad profunda de la cueva.

    Para mi tranquilidad no salen murciélagos volando ni nada parecido, como en las películas. Tampoco huele mal. Simplemente oscuridad.

    Miro. Un escalofrío recorre todo mi cuerpo.

    Quiero bajar, pero no. No debería bajar o sí. Tendría que volver a dejar todo como estaba. No merece la pena. Siento como un mareo.

    Oigo un ruido tras de mí, en el despacho. Me doy la vuelta. Estoy temblando. Tranquilo, tranquilo. Es tu casa, tu familia, tranquilo.


    Entro al despacho de la trastienda. Habrá sido un pájaro, la madera podrida, cualquier golpe. El frio me invade. Hace unos años habría salido pitando despavorido.

    Me siento, me enciendo otro cigarro. Cierro los ojos.

    Noto que se me caen las lágrimas. El silencio es absoluto, hasta el punto de casi tocarlo. Tengo la absoluta certeza de estar acompañado, pero no me importa, casi hasta lo degusto en ese momento.

    El silencio resuena en mis tímpanos. Me hace daño.

    Cojo aire con fuerza y me vuelvo a levantar.

 

martes, 19 de noviembre de 2019

Kike Potter. Capitulo Final


¿Y tú? ¿Y de ti? ¿Quién se preocupa por ti? ¿Quién te cuida realmente?

Me gusta conducir solo. Puedo poner la emisora de radio que quiera. Puedo fumar. Puedo beber. Puedo pensar. Pasan los kilómetros. Puedo adelantar como y cuando quiera. Puedo llorar, gritar y reír como un energúmeno. Nadie jamás lo sabrá.
Pensando durante horas seguidas. Pensando.
Con los ojos como platos pasando los kilómetros. Con la mirada fija en la carretera. Pasando imágenes por tu mente. Machacando tu cabeza. Pensando pero sin llegar a nada.

Paré a echar gasoil. Sin abrir la boca. Di mi tarjeta para pagar sin más. Me tomé un café sin pedirlo. Meé casi sin ganas, por inercia.

Vuelta al coche para volver. Sin inmutarme. Pasando los kilómetros. Pensando.

Después de aquellos largos años en aquella travesía del desierto me sentía viejo. Con canas y agotado. Debo comprender que soy un profesional.
Entender que toda la vida ofrecida es simplemente lo que soy. Debo comprender que he sido un profesional de la magia y la palabra cómplice.
Para los demás toda la vida por delante. Para mí sólo el recuerdo. La felicidad inmensa te hace cambiar y ser diferente, por eso yo siempre seré el mismo. Con la felicidad inmensa a tu lado olvidas hasta el ayer, por eso mi mente sigue describiendo cada momento.

¿Por qué empeñarme en no querer ver mi destino? ¿Por qué no terminar de aceptar lo que soy y siempre he sido?

Suena el móvil.

- ¿Qué pasa señor? ¿Qué tal la vuelta?
- Aburrida. Larga.
- ¿Pero llegarás a tiempo no?
- Si.
- Te estamos esperando, no faltes.
- No faltaré.
Silencio. Segundos de silencio.
- Te noto raro.
- Será el cansancio.
- ¿Seguro?
- No sé… ¿Crees que estorbo? ¿Qué debería retirarme?
- ¿A qué te refieres?
- Ya lo sabes.
- ¿Ahora?
- Ahora sí.
- No puedes joder. Te seguimos necesitando. Te necesito.
- Claro que puedo y no me necesitáis, y tú menos aún. Has crecido amigo y el futuro es tuyo. Sería una carga para ti, siempre recordando.
- Que gilipolleces dices. Te espero para tomar una copa y hablamos.
- Me tomaré unas copas sí.

44 detenidos. Sin contar los muertos, inhabilitados, amenazados y despojados que se habían quedado por el camino. Incluso algún rehabilitado. Daba igual.
Daba igual porque la mísera justicia de los hombres corruptos y poderosos, por y para esos mismos hombres, dictada por quien es, se cree o quiere ser más poderoso aún, no es justicia, ni por lo tanto ley.

Fui directamente al hotel donde daban la recepción. Me identifiqué y pedí una habitación para ducharme y cambiarme. No miraba a nadie. Y no quería que nadie me mirase.
Me puse delante del espejo. Estaba demacrado. Con ojeras, barba de varios días. Me fijé en mis ojos. Por alguna razón inexplicable seguían brillando, observando profundamente. Sonreí. Agaché la cabeza y la volví a subir, mirando mi mirada. Me hable a mí mismo, pues nadie podía ya decirme lo que me gustaría escuchar.

Bajé a la sala donde daban el cóctel. Multitud de compañeros, de personajes que no conocía de nada. Ya habían llegado varias autoridades.
Me fui abriendo paso hacía la barra. Algunos me miraban al pasar. Unos abiertamente saludando, otros de soslayo sin inmutarse.

- ¡Kike! ¡Eh! ¡Acércate!

Saludos y cumplidos con gente que hacía siglos no veía o que no había visto en mi vida.
Algunos abrazos emocionados con aquellos que aún podían hablarme, darme las gracias o pedirme perdón solo con la mirada. Aquellos lo suficientemente leales o agradecidos, que sabían que había dado parte de mi vida por ellos.

¿Por qué siento la necesidad de escapar? ¿Por qué me río y vuelo lejos? ¿Por qué cuento historias y anécdotas que todos quieren escuchar y sueño? ¿Por qué me miran y no acabo de entenderlo?

Me apetecía chisparme un poco y reírme, pero tampoco quería terminar arrastrándome hasta las tantas y con dolor de cabeza.


Se sabía la vida de los 44. Era desternillante escucharlo. Las razones de unos y otros, sus intereses, sus farsas o sus delitos. Me hacía reír su control de la situación. Nunca me han gustado los consejos, por eso solo dejaba caer en la conversación mi experiencia o mis miedos.

- Oye por cierto, lo de retirarte... ¿era broma no? Que te meto un par de ostias y te espabilo rápido que lo sepas.
- Jajajaja, tranquilo. A veces me da bajón, pero no puedo, va conmigo, seguiré. Eso sí, a partir de ahora seré más selectivo, haré solo lo que me gusta.
- Haz lo que te salga de los huevos, pero continua con nosotros.

Algunos se acercaron. Otros miraban y querían acercarse.
Perdí la cuenta de las risas y los cubatas, mientras miraba.

No sé cuándo note su presencia. Me encontré de repente delante. Sonreí.

- Hola Kike.
- Hola.

Nos miramos. Paso un mundo. Unos segundos eternos. Como ahora. 

- ¿Quieres tomar la última conmigo? No seré imbécil, ni engreído, ni desagradable.
- No eres nada de eso.
- Pero lo he sido a veces. Y no deseo que quedé esa sensación entre nosotros.

Nos volvimos a mirar. A pesar de la música, las risas, las voces alrededor, pude tocar el silencio, el más absoluto de los silencios.

- ¿Estás bien?
- Buenísimo como siempre, ¿no?
- Jajaja, sí, eso siempre.
- ¿Y tú? ¿Tú estás bien?
- Sí, todo lo bien que se puede estar.
- Pues me alegro por ti, de verdad.
- ¿Y tú? Cuéntame de ti.
- Sigo aquí. Sigo siendo el mismo.

Sonreímos. Nos reímos. Negamos con la cabeza. Nos miramos.
Acarició mi mejilla con su mano. La cogí y la baje a mi pecho. Se sobresaltó.

- ¿Lo sientes? ¿Me entiendes ahora?
- Kike… No sé qué decir.
- No tienes que decir nada, solo quiero compartirlo contigo.  
- Gracias. Esto no debería haber sucedido así, yo no lo quería.
- Ya está, ya…, jamás podré evitarlo, y tú nunca serías capaz de cambiarlo.

Ahora fui yo quien acaricie su mejilla. Deseaba abrazarla. Era lo que siempre había esperado. Volvimos a sonreír.

- Fuimos dos buenos profesionales, eso no puedes negarlo.
- Jajajaja, si, los mejores.
- Me tenías confundido. Todo lo era la verdad. Hasta que comprendí que realmente estabas de mi lado.
- Siempre lo estuve, aunque no te dieras cuenta.
- No siempre me doy cuenta de las cosas.
- ¿Habrías sido capaz de matarme Kike Potter?
- ¿A ti?
- Si, a mí.
- Te hubiera dejado escapar.
-,Jajajaja, gracias…

Nos miramos recordando. Sus ojos chispeaban. Se reía. Y me encantaba escuchar su risa.
Le dio un sorbo a su copa y suspiró profundamente.

- Todos teníamos nuestra misión, peones en una partida inquietante.
- Tú eras la Reina.
- Y tú el Caballero en su caballo.
- Jajajaja, por supuesto por supuesto…
- Kike…
- Dime.
- Es emocionante esto, pero debo irme.
- Ya, lo sé, una lastima.
- Y a ti te reclaman.
- Eso parece.
- Me ha encantado saber de ti, cuídate por favor.
- Corre choco, corre.

Salió correteando. Me quedé con la copa en la mano, mirando el infinito. Mi pecho fue calmándose. Lo suficiente para fumarme un cigarro.

¿Y tú? ¿Y de ti? ¿Quién se preocupa por ti? ¿Quién te cuida realmente?

miércoles, 30 de mayo de 2018

El vuelo de las mariposas


Era bonito perseguir mariposas. Recuerdo el encuentro. Recuerdo el olvido. Una voz susurrante en la noche, en pubs y locales nocturnos del centro. Las almas se pierden y se encuentran. Las canciones jamás llegan a cumplirse, pero era emocionante escucharlas.

Antes de conocer tu existencia. Durante el vuelo de las mariposas. Y hasta el día de mi muerte. Así lo escribí. Quizás nunca lo he dicho. O si lo he dicho no me hayas creído nunca. Aunque sí lo parezca, ¡Soy muy vergonzoso!

Lo que más me alucina de mí mismo es que no guardo rencor por nada. Como la canción de U2, en el nombre del amor, eso será. Si por algo me alaban es por mi lealtad. En Juego de Tronos hubiera durado un mísero capitulo, a no ser que fuera el mismísimo Jon Nieve y me hubieran resucitado.

En lo alto del abismo contemplo mi existencia. Miro a la noche y sigo teniendo miedo del invierno. Tu espalda me calma. Que me des la espalda es lo que pido, para poder recorrerla y abrazarte.

Cada día puede ser una maravillosa vida, bailando lo recordarás. Fuimos destino, por alguna razón inalcanzable. No sé lo que seré, así lo deseo. Tu sonrisa es la verdad.

Los finales ya escritos son odiosos. La historia se puede reescribir, a tu gusto. Coger una mariposa al vuelo entre tus dedos es casi imposible, sin miedo a dañarla. Si algo me infunde temor, pánico, terror, es poder dañar. Sonríeme, siempre.

Aún pienso en el campo de mariposas, las flores y las estrellas. Me voy haciendo mayor. El tiempo pasa. Me he dado cuenta que lo único que necesito realmente es nuestra complicidad, tu voz, tu amor.

viernes, 4 de mayo de 2018

Se acerca el invierno


A mi abuelo lo quisieron fusilar en la guerra civil. De hecho “se lo llevaron”, como cuenta mi tía, para fusilarlo de rodillas. Imagino que algún alma caritativa se apiadaría de él al final.

-          ¡Carguennnnn armas!
-          Eh…, espera, espera.
-          ¿Qué pasa muchacho? ¿Dudas ahora?
-          Si es que mi General, con este hombre jugamos al mus por las tardes.
-          ¿Y?
-          Joder, y también nos invita de vez en cuando.
-          ¿¿Y??
-          Cuenta buenos chistes.
-          ¿Y a mí que cojones me importa?
-          Además prepara unas gachas cojonudas.
-          ¿Gachas?
-          En efecto mi General.
-          ¿No jodas? ¿Con torreznos?
-          Vooooo, ¡deliciosas!

Lo único que recuerdo de mi abuelo es que estaba postrado en una silla, en la casa de mi tía Nina en Madrid. Siempre le recuerdo en la misma postura y con el mismo semblante, con la mirada pérdida. Tenía Alzheimer. Mi tío, para hacerle de rabiar y que despertase de su letargo, le susurraba al oído que venían los rojos a por él. Que cara ponía el pobre. Yo no entendía nada, pero mi tía le reñía, por lo que deducía que algo estaba haciendo mal mi tío.

Mi madre estaba “enamorada” de Suarez. Yo creo que por aquella época todo el mundo, de una manera u otra, estaba enamorado de Adolfo. Mi padre era concejal de Alianza Popular. Mi hermana ha terminado siendo comunista. En mi caso, conociendo a diestro a siniestro, siempre he solido hacer caso a mi madre: “No vayas ni el primero ni el último”.

Escucho y me producen todos una mezcla entre risa, curiosidad, pasotismo, perplejidad, bochorno, estupefacción. En definitiva, lo reconozco, ganas de llorar.

Hace poco un amigo me dijo que la guerra civil seguía muy viva entre nosotros. Que tendrían que pasar un par de generaciones más para que todo se olvidase. Que lo que estamos viviendo es fruto de aquello. No lo dudo, pero ¿Por qué?

Hace muchos años, en una reunión con unos desconocidos, una de ellos dijo que la “rojigualda” le daba vomitera. Yo no sabía a qué se refería con la “rojigualda”. Pensé que se referiría a algún plato típico o coctel de la casa. La bandera de España, mendrugo. Me la quedé mirando con sorpresa y le pregunté ¿Por qué? “Ay, no sé, me produce urticaria”. Yo flipaba en colores.

Puedo prometer y prometo que, sentado entre ellos como he estado sentado, son la mayoría unos analfabetos integrales, seres despreciables. Hacedme caso, aunque solo sea en esto. Su ridiculez puede llegar a límites insospechados. Su tontería, pero tontería me refiero a tontos de tontos, supera lo que pocas veces se ha visto. Su maldad es inversamente proporcional a su sabiduría. No todos, pero si la mayoría que decide.

Me produce vergüenza escuchar a los miembros del Gobierno. Y ya no digamos del resto de políticos, parlamentarios, oposición o como queramos llamarles.

Suele decirse que tenemos lo que nos merecemos. Me cuesta reconocerlo o creerlo para este caso. Pero las evidencias lo único que hacen es ratificarlo y así nos va y peor que nos va a ir.

Me da autentico asco ver la televisión. El odio, las barrigas bien llenas y los bolsillos repletos, mientras, a escondidas, se ríen a sus anchas de nosotros. Es lamentable.

¿Es que no hay nadie con un mínimo de decencia y lealtad?

Nos decían que no fuéramos porque nuestra vida corría peligro. Aquellos que no respetan la vida humana, su libertad y su dignidad, nos marcan nuestro futuro. ¿Es esto una sociedad sana y libre? Es como si alguien que no sabe hacer ni un huevo frito, ganase Master Chef.

¿Hasta dónde es capaz de odiar un ser humano? ¿Hasta cuándo?

Miles de pueblos desaparecen. Sin gente, sin futuro, sin agua, sin un mísero céntimo. Y mientras en otras zonas privilegiadas imprimen a doble cara de lenguaje, vanagloriándose de ello.

Nos encaminamos hacia lo desconocido (o no), como diría Jon Nieve: “Se acerca el invierno”.

Solo nos queda la Justicia, en sentido amplio, la Ley. Lo único que nos puede salvar es un Hombre Bueno, ¿Podrá? ¿Será capaz? El mal puede volverse contra el propio mal y hacer involuntariamente un bien, ocurre a veces. Dios lo quiera.









viernes, 13 de abril de 2018

!Os vamos a follal vivos!


-          ¿Alguien me puede decir que cojones está pasando?

El Comisario Superior había acudido raudo a la tercera planta del Edificio de los Servicios Secretos del Estado,  alertado por una situación compleja y estrambótica con el Presidente de la Generalidad de Cataluña.

-          Señor, el Sr. Ministro del Interior ha acudido a una comida en el Restaurante ---------, ha dejado olvidado el móvil en el vehículo y el chofer ha atendido una llamada del Presidente de la Generalidad.
-          ¿Pero cómo cojones se le ocurre al chofer utilizar el móvil del Sr. Ministro?
-          No lo sabemos Señor, habría que preguntárselo a él imagino.
-          ¿Y que han hablado? ¿Qué ha ocurrido?
-          Ha sido extravagante señor, aquí tiene la transcripción de la conversación Señor.
http://kikepotter.blogspot.com/2017/09/en-algo-si-llevan-razon-no-hay-conexion.html
-          La madre que me pario….
-          ¿Qué hacemos Señor?
-          Getino…
-          ¿Le conoce Señor?
-          Que si le conozco… ¿Que si le conozco? ¡manden inmediatamente a alguien allí!
-          Señor, vuelve a estar en línea el móvil del Sr. Ministro.
-          ¿¿¿Qué???

 
Documento secreto nº --------/2017
Extracto de conversación entre Oriol Junqueras y el chofer del Sr. Ministro del Interior, agente nº ----- adscrito a los servicios de inteligencia del Estado, --------------------------, conocido como “geti” / “barlochi” / “mangurrian” / también conocido como el “trastornao”.
Ocurrida con fecha --------, a las --------- horas.

-          ¿Sí?
-          Ooooyyeeee, ¿Carlos?
-          ¿Qui és?
-          Que soy yo, Getino.
-          ¿Getino?
-          Copón, que acabamos de hablar hace un ratejo, que sa debio cortar la llamada.
-          Però ¿qui és vostè i que vol del president?
-          Pero que vol ni que president de los cojones. A vel como se lo explico que Uste me entienda: estoy en el coche del Zoido, que he venio a traerle aquí a comel a un restaurant y el tontarrio se ha dejao el movil aquí dentro. Total, que Carlos el hombre ha llamao preguntando por el Zoido. Y yo he cogio el telefono coponaria ¿me sigue?
-          No.
-          El caso es que el muchacho parecía preocupao, dígale que se ponga anda.
-          No està en aquests moments.
-          ¿Que no esta? Unda, ¿pues dónde ha ido el celorrio? Bueno, pues digale de mi parte que no se preocupe que ya me ocupo yo de avisar al andaluz, ahhhh y lo del aceite, que ya le encargo las 2 cajas.
-          ¿es tracta d'algun missatge en clau?
-          ¿Clau? ¿Que dices barlochi? ¿Me puedes hablar como Dios manda copón? ¿Pero Uste quien es a to esto?
-          Soy el Vicepresidente de la Generalitat, Oriol Junqueras.
-          Ahhhhhhhh, ¿de Gerona también?
-          No, yo soy de Barcelona.
-          Bonita ciudad, pero mmmmmm, na, ya no es lo que era, mucha gente, ¿no cree Uste?
-          Una ciudad muy cosmopolita sí.
-          Na, mucho emigrante por allí suelto.
-          ¿Es Usted racista amigo?
-          ¿Racista? ¿Unda? Que va hombre, pero los negros han sio negros to la vida de Dios copón.
-          A lo que íbamos, ¿Qué pretende?
-          ¿Cuándo vienen Ustedes por la capital?
-          ¿Capital?
-          ¿Pero en que cojones de mundo vive Uste? A Madrid ¡ostias copón!
-          Quizás la semana que viene, ¿Por qué?
-          ¿Quiere Uste también aceite?
-          ¿Aceite?
-          La madre que me pario… ¿Uste cocina?
-          Alguna vez sí.
-          Pues necesitara aceite pa freil copón, como to kiski, y pa las ensaladicas.
-          Si evidentemente.
-          Pues eso. Les preparo a Uste y al Carlos un par de cajas a cada uno. Aceite del bueno, ya vera Uste, no esa mierda pincha en un palo que venden en el Carreful.
-          Se lo agradezco, pero no hace falta.
-          Oye, oye, espera, ¿juegan al mus?
-          ¿Cómo?
-          Al mus ostias.
-          No soy yo de jugar a las cartas.
-          Preparamos una partideja en mi pueblo.
-          De verdad, no va a ser posible.
-          Calle copón. Le digo al Pernales de mi pueblo que nos preparé un buen rabo de toro, que Uste tiene pinta de engullir bien. Con un buen vinito. Y después nos jugamos una partideja al mus y ya de paso se llevan el aceite.
-          Le repito que se lo agradezco, pero….
-          Ay copón, ya verá Uste. Yo me busco al Canario o al Amador tripita y Uste con el Carlos. Ara… ¡a la barra que van!
-          Estimado Getino, agradezco sus palabras, aun así debo decirle que...
-          ¡Les vamos a follal vivos!, jajajaja, uy copón, que tarde vamos a pasar, como si lo viera ya.
-          ¿A follal vivos?
-          Seguro que no saben ni tentalas, pongo una gorrica enfrente y ¡yo solo! ¡a la barra! ¡aleeeee! ¡a pagal! ¡jugadores de tercera división! ¡a aprender al colegio! ¡desgrazaicos!
-          Usted es insultante y muy desagradable.
-          Unda, insultante ni pollas en vinagre. ¡Venga copón! Tengo cojones suficientes pa recogerles en el aeropuerto, traerles a mi pueblo, darles la paliza y que vuelvan calenticos pa su casa.
-          ¿Cómo?
-          A vel…, paliza figurada al mus, pa que Uste me entienda. ¿Entonces quedamos que me avisan cuando vengan pa la capital? Que si hombre, que lo hacemos así. Que Uste y el Carlicos parecen buena gente, no como esos independentistas de los cojones, ara…. entre Uste y yo se lo digo, como sigan así…, estos acaban en la trena.
-          Usted delira.
-          Le voy encargando al Pernales la comida, tengo un buen vínico en mi casa, yo lo llevo, y el aceite se lo preparo y un par de bolsejas de ajos y cebollas, esas gratis. ¡Ayyyy copón! Jajajaja, ¡cómo me voy a follalllll a los catalufos!

 
Tu tu tu tu tu....

Fin de la conversación en el móvil del Sr. Ministro.
-          Oye, ¿Oye? ¿Oriol? Otro que me cuelga, pandilla de luciernagos. Voy a contaselo al Canario, se va a descojonar cuando le cuente la partideja que le he preparao, jajajajaaja.

Voy a ser L, de Leyenda por ejemplo

En cierto modo saber que ya he vivido más tiempo que mi Padre me produce un poco de zozobra. Parece increíble pero ya me estoy acercando. ...