Soy yo y mis terribles defectos lo que hace que las personas se alejen de mí y no sea capaz de retenerlas. Ni siquiera soy capaz de plasmarlo por escrito.
Serán
mis silencios, quedarme callado muchas veces, simplemente mirando a los ojos o
al infinito, sin dar una respuesta convincente. Será mi forma de hablar, de
expresarme, de contestar, de dirigirme a los demás.
Serán
mis actos, impulsivo muchas veces, indeciso la mayoría. Será que, como dice el
refrán, soy más vago que la chaqueta de un guardia.
Será
que no he estudiado ni leído lo suficiente para aprender. Será que he leído
muchas veces los mismos libros, sin ningún sentido, y las primeras páginas
aburridas de otros me hagan amontonarlos en mi mesilla, sin orden ni concierto.
Será
también mi sentido del humor, pues quizás ni sea gracioso, ni tenga ningún
sentido. Será que mi pasado no me permite amoldarme al presente ni percibir el
futuro.
Debe
ser que no se amar, o quizás mi amor lo he ido regalando a borbotones, sin
dejar nada para nadie, ni siquiera para mí. Deber ser que no se ser amado, o
quizás nunca lo he sido, quizás lo necesite, aunque seguramente no lo merezca.
Será
mi apariencia, será que doy miedo, será que doy asco, será que impongo, será
que parezco tonto, posiblemente sea simplemente que aparento lo que soy.
Será
que no soy ni cariñoso, ni detallista, ni romántico. Será que otras virtudes
que, ¿quién sabe?, pueda tener, queden desapercibidas, sin ser siquiera
valoradas.
Será
que solo soy un hombre bueno, pero no sepa demostrarlo. Será que me han
demostrado lo que es el mal, y por eso no soy un mal hombre del todo.
Quizás
sea que a las pocas personas a las que se les ilumina la cara solo con sentir
mi presencia, sin importarles nada más, sin fijarse ni juzgar nada más, ni
siquiera a ellas soy capaz de cuidarlas.
Por
todo ello, por todo lo expuesto Señoría, merezco una sentencia condenatoria, a
las pruebas me remito (tengo que admitir que, al menos en esto, soy bueno, pues
el pobre fiscal se quedó boquiabierto, sin posibilidad de alegar nada más en mi
contra).
Tienes
Usted mucha razón en lo que aquí nos ha expuesto, estimado Kike Potter; sin
embargo, todos tenemos malos días, en los que te sientes derrumbado y
melancólico. Su alegato casi hasta me ha convencido, no obstante, como a Usted
le gusta decir “Siempre, siempre hay esperanza”. Mi sentencia les será
comunicada a todas las partes en unos días, pueden retirarse. Gracias.
Escrito por Kike Potter
25 de enero de 2017
Kike a las personas no hay que reternerlas, las personas deben querer permanecer en tu vida y es que una mente es como un paracaidas, solo funciona, si se abre, el primero que ha de valorarse has de ser tú, que desde donde mejor se ve es desde la oscuridad, que demasiada luz ciega...
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