Los cadáveres
estaban tirados en el andén. Miré el reloj y me di cuenta que se hacía tarde.
Di las últimas caladas al cigarro. Ella aún seguía petrificada.
-
Vamos, vete a casa ya.
-
Puedo ayudarte si lo necesitas.- No lo necesito, vete.
- Quiero ayudarte, de verdad.
- ¿Ayudarme a qué? ¿Estás sorda? Te digo que te vayas.
- Deseo ayudarte.
Me quedé mirándola
mientras aplastaba la colilla del cigarro con mi bota.
- A ver cómo te lo explico. Te he salvado la vida, vale. Pero eso no significa que me debas nada, ¿Lo entiendes?
- Lo entiendo.
- Pues venga, ya estás tardando. Pírate de una puta vez.
- ¿Por qué no quieres que te ayude? Dame una explicación.
- ¿Explicación? ¿Te parece poca explicación los dos muertos que tenemos aquí? El metro está lleno de cámaras, ¿Quieres pasar el resto de tu vida entre rejas?
- No.
- Veo que lo vas entendiendo. Pues pon a andar esas patitas y lárgate ¡joder!
- Pero, ¿Cómo piensas arreglar todo esto?
- Oye mira, eso no te interesa ni te incumbe, ni tienes que saberlo.
- Te puedo ayudar…
- Me estas empezando a tocar los cojones, ¡aléjate de mí! ¡vete!
La miré a los ojos.
Estaba llorando. No se movía. Me dio por reír.
-
La madre que me parió… Oye, de verdad,
tengo un margen de 10 minutos y ya han pasado más de 3. Tienes que irte, siento
hablarte así, pero tienes que irte, por favor, ya me has ayudado. Tu mayor
ayuda es que sigas viva. Si te quedas conmigo te arriesgas a todo y eso no
puedo permitirlo.
-
Estoy en deuda contigo. Déjame
ayudarte, por favor te lo pido yo a ti, aunque solo sea esta noche. Dime que
tenemos que hacer y lo haremos juntos.- No puedo. No debo. Vete, es la última vez que te lo digo.
- Ahora eres tú quién también tiene sus reglas…
- Todos tenemos reglas. Pero las suyas eran matarte joder, ¿no lo entiendes? ¡Dios! Haz el puto favor de largarte.
- Te lo suplico. Quiero seguir contigo.
- Esto solo me pasa a mí…. ¡esto solo me pasa a mí! ¡mi puta vida!
- ¿Por qué te pones así?
Nos quedamos
mirándonos a los ojos. Me traspaso con su mirada. Negué con la cabeza y
suspire. Señalé el lado derecho del andén.
-
Vete para allá. Metete en las vías y
anda unos 100 metros, siempre muy pegada a la pared. Llegarás a un subterráneo,
entra y ocúltate. Hazlo y ahora iré yo.
-
Gracias.
Observé como
correteaba y bajaba a las vías. Antes de adentrarse en la oscuridad se dio la
vuelta y me miro. La hice una señal para que siguiese.
Tenía 5 minutos
escasos. Abrí la puerta del almacén de los operarios del metro en el andén.
Saque bolsas de basura. Envolví primero un cuerpo, lo ate y lo arrastre por el
andén. Lo baje hasta las vías y lo lleve a la oscuridad. Volví a por el otro.
Abrí el grifo del
agua del almacén y llene un cubo. Limpie la sangre lo mejor que pude. Quedaba 1
minuto. Guarde todo de nuevo en el almacén y corrí hacía la oscuridad de las
vías.
Metí los cuerpos en un hueco. Estaba empapado de sudor.
El último convoy de
reconocimiento pasó lentamente por la estación.
Suspiré de alivio.
Cogí el móvil y mande un mensaje: “Estación de San Cipriano. Entre las 01,22 h.
y las 01,33 horas. Gracias”.
Anduve unos metros y
giré hacía el subterráneo.
-
¿Estás aquí?
-
Si, como me has dicho.- Bien.
- ¿Ya lo has arreglado?
- Por ahora sí.
- ¿Y ahora qué hacemos?
Me senté en el
suelo y me encendí un cigarro. Apoye la cabeza en la pared de aquel agujero y
cerré los ojos.
-
Deberías dejar de fumar.
-
Y tú deberías estar en casa tomando un
cola-cao calentito.- Perdona si te he puesto en un aprieto, no era mi intención.
- Jajajaja, ¿un aprieto?
- Si, solo te quería ayudar.
- Jamás en tu vida sabrás lo que es un aprieto.
- ¿Nunca te han dicho que eres muy desagradable?
- Sí, todos los días varias veces.
- ¿Y no piensas hacer nada al respecto?
- Acabo de matar a 2 personas y ocultar sus cuerpos, ¿Qué coño pretendes que haga o diga?
Se hizo el silencio.
Todo era oscuro pero podía notar que me miraba.
- Quizás lo mejor sea marcharme.
- Eso deberías haber hecho sí.
- Vale, eso haré. Pero antes, dime ¿Cómo sabias que aquí había un subterráneo?
- No lo sabía. Todas las estaciones nuevas de Madrid son iguales. Y por cierto, ahora no puedes salir, la estación debe estar ya cerrada.
- ¿Sabías que Madrid está lleno de pasadizos y túneles?
- Algo había oído sí.
- Me encantaría recorrerlos algún día.
Sonreí. Respiré profundamente.
-
Oye, siento haberte hablado así ¿vale?
Solo… solo quería que no te expusieras a ningún peligro. Mi deber es cuidarte.
-
Y yo siento haberme comportado como
una niñata.- Que va, tranquila. No eres ninguna niñata.
- Me gustaría saber más de todo esto, porque lo has hecho, quien eres, quienes sois, quien soy yo…
- ¿Eso deseas?
- Si.
- Pues esta noche lo vas a comprobar.
Me levanté. Notaba su
respiración agitada a mi lado. Cogí su mano en la oscuridad y nos adentramos en
el pasadizo.